“¿Piensan
acaso que he venido a traer paz a la tierra?”
Lecturas:
Jeremías 38, 4-6.8-10; Salmo 39; Hebreos 12, 1-4;
Evangelio
según San Lucas 12, 49-53
Una
de las tareas de quien decide seguir al Señor, es actuar en el nombre de la
Verdad. Jesús atestigua de sí mismo: “Yo
soy la verdad…”. La Verdad es el anuncio de Cristo, una realidad que gusta
a algunos, pero a otros repugna, porque pone al descubierto aquellas intenciones
alejadas del Evangelio. Decir la verdad trae consigo riesgos, persecución,
difamación, contrariedad; por eso Jesús lanza hoy una interrogante poco
comprendida: ¿Piensan acaso que he venido
a traer paz a la tierra?...
La
paz que el mundo quiere es la ausencia de problemas, pero sin tocar los
intereses humanos, y, para que exista la paz, primero ha de predicarse la
Verdad. San Maximiliano Kolbe decía: “Nadie
puede cambiar la Verdad. Lo que podemos y debemos hacer es buscarla, hallarla y
servirla”. Jeremías ha sufrido en su propia carne las consecuencias del
anuncio de la Verdad. Quieren matarlo. La gente de su tiempo esperaba mensajes “positivos”,
sólo pretendían escuchar lo que ellos querían, dejando de lado la Verdad
anunciada por Dios, pero al final recobra la libertad, gracias a que se mantuvo
en la Verdad.
Cuando
apostamos por la Verdad, seguramente encontraremos dificultades, el Maestro
Bueno nos dice en el Evangelio, que su mensaje ha venido a traer división.
Debemos asumir opciones y determinaciones cristianas que no encontrarán cabida
en el mundo. En Jesús encontramos la garantía de tomar partido por la Verdad,
él nos impulsa: “Mediten, pues, en el
ejemplo de aquel que quiso sufrir tanta oposición de parte de los pecadores, y
no se cansen ni pierdan el ánimo…”. Decir siempre la Verdad, mostrar
siempre a Cristo y jamás desanimarnos.
Hebreos
nos invita a “dejar fija la mirada en
Jesús”, ello implica tener que enfrentarnos a un mundo que quiere
tergiversar los valores y principios del Evangelio. La Verdad es clara y única,
pues, Dios nos invita a la Vida: a defender la Familia instituida en la unión
del hombre y la mujer; un cristiano que defiende y predica la Verdad rechaza:
el aborto, la trata de personas, la discriminación, la intolerancia, el contrabando,
el abuso de poder, la violación de los Derechos Humanos. Mantenerse en la verdad
implica tener la certeza de que Dios nos ayuda: “Tú eres quien me ayuda y quien me salva; no te tardes, Dios mío”.
La
Paz que Cristo viene a traer al mundo es el anuncio del Evangelio de la Verdad
y de la Vida, que jamás se doblegará ante la maldad, que no callará ante los
respetos humanos. Tengamos claro que “la
paz no es ausencia de dificultades, sino la presencia de Cristo en nuestras
vidas”. Pidamos al Buen Dios que seamos anunciadores de la Verdad, y que
nunca nos apartemos de su camino de amor y misericordia.
Pbro.
Yhoan Horacio Márquez Rosario –
Sacerdote de la Diócesis de San Cristóbal – Venezuela.
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