“Hagan
esto en memoria mía”
Lecturas:
Génesis 14,18-20; Salmo 109; 1era Corintios 11,23-26;
Evangelio
según San Lucas 9, 11-17
Hoy
celebramos la Solemnidad de “Corpus
Christi”. Ante el Pan y el Vino consagrados, contemplamos un nuevo
misterio. El domingo pasado meditábamos el Misterio
de Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo; hoy nos arrodillamos ante el Misterio de Amor: El Cuerpo y la Sangre de
nuestro Señor Jesucristo. El Señor no deja de sorprendernos, se queda en
medio de nosotros bajo las apariencias de pan y vino, nuestros sentidos se
quedan cortos y la razón, por sí sola, no puede acceder a este maravilloso
Misterio, es cuestión de fe, hay que abrir el corazón.
En
la Antigua Alianza, los sacerdotes ofrecían a Dios la carne y la sangre de los
animales destinados al sacrificio. Jesús, trae consigo un hecho contrario al
antiguo rito y a la vez significativo: “La
Nueva Alianza”, es Él quien ofrece su propio Cuerpo y Sangre, y nos deja
así el memorial de su Pasión. San Pablo nos lo recuerda hoy: “Cada vez que ustedes comen de este pan y
beben de este cáliz, proclaman la muerte del Señor, hasta que vuelva”. Esta
realidad nos deja ver el amor profundo del Señor por nosotros, nada más valioso
para dejarnos que su propio ser, en esa pequeña hostia y en el vino se encuentran
contenidos su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad: Milagro de Amor.
“Hagan esto en memoria mía”, son las
palabras de Jesús el día que instituye este Sacramento de Amor. ¿Cómo perpetuar
este acontecimiento? ¿De qué manera quiere el Señor que hagamos presente su
memorial? El Maestro Bueno nos señala el camino, el Evangelio de hoy deja en
evidencia lo que Jesús quiere que hagamos: “Denles
ustedes de comer”. Quien participa del Cuerpo y Sangre del Señor, debe
hacerse consciente de las necesidades de los hermanos. Hoy el Señor pide a sus
discípulos que asistan a quienes habían estado todo el día escuchándole,
también nos pide a nosotros hechos concretos, no sólo dar, sino también darnos,
sólo así hacemos memoria de su Sacramento de Amor.
Necesitamos
saciar el hambre y la sed de muchos hermanos que hoy sufren exclusión, hay
tantas personas enfermas, niños abandonados a merced de bandidos y abusadores,
trabajadores explotados que no pueden llevar pan a sus casas. Si comulgamos, si
recibimos al Señor, con mayor razón debemos orientar nuestras vidas hacia
quienes nos necesitan. Laicos, consagrados y sacerdotes participamos del Cuerpo
y Sangre de Jesús, demostremos ahora, con obras, que no lo hemos recibido en
vano.
Señor,
hoy nos arrodillamos ante Ti, pan y vino son símbolo de humildad, pero también
de grandeza, ayúdanos a vivir en comunión contigo y nuestros hermanos. Celebrar
tu memorial, es también poner en práctica el amor hacia el prójimo: “Ten compasión de nosotros, Buen Pastor, Pan
verdadero. Apaciéntanos y cuídanos y condúcenos al cielo”. ¡Bendito,
Alabado y Adorado sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar!
Pbro.
Yhoan Horacio Márquez Rosario – Sacerdote de la Diócesis de San Cristóbal –
Venezuela.