miércoles, 10 de febrero de 2016

Reflexión para el Miércoles de Ceniza - Ciclo C

¡Ahora es tiempo favorable, ahora es día de salvación!



Lecturas: Joel 2,12-18; Salmo 50; 2da Cor 5,20–6,2; 
Santo Evangelio según san Mateo 6,1-6.16-18. 

Iniciamos el Tiempo Cuaresmal, camino de preparación para celebrar el Misterio Pascual: Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. El miércoles de ceniza nos señala el itinerario que a lo largo de cuarenta días hemos de experimentar los católicos, es un tiempo de gracia y bendición que nos ofrece la liturgia de la Iglesia. Pablo, a este respecto nos recuerda: "En tiempo favorable te escuché, en día de salvación vine en tu ayuda»; pues mirad, ahora es tiempo favorable, ahora es día de salvación". Con estas palabras de Pablo nos colocamos en guardia, signamos nuestra frente con ceniza para vivir y experimentar la misericordia de Dios, a partir de nuestro arrepentimiento. 

La Cuaresma no es "un tiempo más". No. Es un espacio que se nos da para meditar y profundizar en nuestra conversión. La conversión conlleva arrepentimiento y para ello debemos ser humildes y acercarnos al Señor para que purifique nuestro corazón. Somos pecadores, fallamos y necesitamos ser lavados: "Misericordia, Dios mío, por tu bondad. Por tu inmensa compasión borra mi culpa, lava del todo mi delito, limpia mi pecado". Es la oración de un hombre, de una mujer, que se siente necesitado (a) de la misericordia de Dios. 

La ceniza puesta en nuestras frentes o en nuestras cabezas, debe ser signo visible de ese propósito de cambiar. No recibimos la ceniza por simple superstición (para la buena suerte o ser bendecido). La ceniza es un indicativo del tiempo que hemos iniciado, un tiempo en el cual el Señor quiere que nos esforcemos por alcanzar nuestra única meta: "LA SALVACIÓN". Para vivir a plenitud este tiempo favorable, es indispensable que consideremos lo que el Maestro Bueno nos propone hoy en el Evangelio: Ayuno, Oración y Limosna. 

Jesús, cuando nos propone estas tres cosas, quiere que descartemos, en primer lugar, la hipocresía en nuestro corazón y, en cambio, incluir la alegría, el gozo en la vivencia de estos tres momentos ya que seremos recompensados por nuestro Padre Dios: 

"Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensara". 
"Tú, cuando vayas a rezar, entra en tu aposento, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará"; 
"Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará". 

Ofrezcamos al Señor vivir una santa cuaresma, pero sobre todo, vivirla con alegría. Jesús no quiere que experimentemos su misericordia con hipocresía y tristeza. La Misericordia de Jesús genera gozo, es la experiencia de sentirse perdonados y de avanzar en el camino de la conversión y de la purificación. No echemos en saco roto esta oportunidad, así nos recuerda hoy la Palabra de Dios, aprovechemos al máximo "el ahora de Dios", no dejemos pasar de largo su Misericordia infinita. 

P.D.: Recordemos que este Año Jubilar de la Misericordia el Papa Francisco nos ha propuesto para la Cuaresma vivir y practicar las Obras de Misericordia. Iniciemos hoy la cuaresma practicando al menos una y poco a poco vayamos abriendo el camino para dar y recibir misericordia". 

Pbro. Yhoan Horacio Márquez Rosario - Sacerdote de la Diócesis de San Cristóbal - Venezuela.

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