"Por la gracia de Dios, soy lo que soy"
Lecturas: Isaías 6, 1-2.3-8; Salmo 137; 1 Corintios 15, 1-11;
Santo Evangelio según san Lucas 5, 1-11.
Tres hombres, tres respuestas, un llamado, todo para un mismo fin: "Llevar almas para Dios". Así quiero resumir la experiencia que hoy quiere mostrarnos la palabra de Dios. El Profeta Isaías ante la presencia de Dios dice: "¡Ay de mí!, estoy perdido, porque soy un hombre de labios impuros"; Pablo también exclama: "...soy como un aborto... por eso soy el último de los apóstoles e indigno de llamarme apóstol"; y finalmente Pedro postrándose ante Jesús confiesa: "Apártate de mí, Señor, porque soy un pecador". Tres respuestas que se dan ante el hecho de encontrarse y sentirse llamados por el Señor. La llamada de Dios no se acalla. Dios sabe a quienes escoge y los quiere para sí.
Lo primero que experimenta un hombre o una mujer, que se siente sinceramente llamado o ante la presencia de Dios, es su pecado, su "indignidad". Ciertamente somos pecadores, aún así, Jesús conoce lo profundo de nuestro ser y nos mira con misericordia. El Señor, ante la respuesta de Isaías acude para ayudarle: "Tu iniquidad ha sido quitada y tus pecados están perdonados". Esa misma experiencia es vivida por Pablo: "Finalmente se me apareció también a mí... por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia no ha sido estéril en mí...", y Pedro recibe de Jesús un aliciente: "No temas; desde ahora serás pescador de hombres". El Señor nunca se retracta, pero es necesario que reconozcamos nuestras miserias. Él no nos va a abandonar, él sabe que somos indignos, pero nos ha mirado y elegido para ayudar en su plan de salvación.
Hoy tenemos que dejarnos encontrar por Jesús. El Maestro bueno nos sigue invitando a seguirle en la misión de llevar la buena noticia a los demás. Aunque somos miserables pecadores, esto no agota la experiencia de Dios en nuestras vidas. La gracia de Dios no se minimiza, al contrario, se pone de manifiesto en medio de nuestra debilidad. Echemos las redes y vayamos "Mar adentro", "Duc in altum", confiando en quien nos ha llamado y nos ha purificado y nos lava del pecado para "pescar almas".
El Señor Jesús necesita que demos el paso, sin miedo y, una vez alentados por su llamada y elección, digamos "Aquí estoy, Señor, envíame". Es la conciencia de responderle al Señor sabiendo que, aún cuando somos indignos siervos, podemos atrevernos a ayudar. Gracias Jesús por tu llamado, gracias por perdonarnos nuestras miserias, gracias por elegirnos y enviarnos a echar las redes para transmitir el Evangelio de la Vida. Gracias por purificar nuestro corazón. Hoy queremos exclamar junto al salmista: "Señor, te damos gracias por tu lealtad y por tu amor... Tu mano, Señor, nos pondrá a salvo, y así concluirás en nosotros tu obra. Señor, tu amor perdura eternamente; obra tuya soy, no me abandones".
P.D.: No olvidemos que este es el Año de la Misericordia, momento propicio para descubrir nuestro corazón al Señor para que nos purifique y vivamos una experiencia de gracia y bendición. Nos llenamos de alegría porque dos sacerdotes de nuestra Diócesis de San Cristóbal, los Padres: Roberto Arellano y Luis Toro han sido elegidos y serán enviados por el Papa Francisco como misioneros de la Misericordia. Oremos por ellos y por todos los que tendrán un encuentro con el Señor a través del Sacramento de la Reconciliación.
Pbro. Yhoan Horacio Márquez Rosario - Sacerdote de la Diócesis de San Cristóbal.
http://yhoanmarquezr.blogspot.com/
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