martes, 17 de mayo de 2016

Fiesta de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote - Ciclo C

Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote


El jueves después de Pentecostés celebramos la Fiesta de Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote. Tres palabras claves nos invitan a meditar en la persona de Jesucristo y de nuestra relación con Él: Sacerdote, Sumo y Eterno.

SACERDOTE: Jesús no es sacerdote a la manera del Antiguo Testamento, aquellos sacerdotes ofrecían otras víctimas, en cambio Jesús ofrece su propia persona, su propio ser. El mensaje contenido en Hebreos dice que el Señor ofreció el Sacrificio Perfecto, no podemos comparar el sacerdocio de Jesús con el de la Antigua Alianza. Aquellos ejercían su sacerdocio nacido en la casta, de la Tribu de Leví. Jesús no es descendiente de una casta sacerdotal, no lo encontramos en el templo ofreciendo sacrificios, a la manera antigua. Su sacerdocio es distinto, el mismo escrito a los Hebreos nos refiere que Jesús es “Sacerdote Eterno, según el rito de Melquisedec”. Su Sacerdocio radica, pues, en la entrega total de sí: su Cuerpo y su Sangre, para la Salvación del mundo.

Por otra parte, somos sacerdotes tanto en cuanto participamos del Único Sacerdocio de Cristo. Estrictamente hablando, sólo participamos del Sacerdocio de Cristo. Todos los bautizados participamos del sacerdocio de Cristo. Los fieles laicos participan del sacerdocio real, y los diáconos, presbíteros y obispos del sacerdocio ministerial.

SUMO: Jesús es Sumo Sacerdote, es decir, que no hay otro como Él, lo es todo, su sacrificio es incomparable. Él no ofreció una víctima,pues él se entregó a sí mismo, él se ofreció al Padre en un Sacrificio inigualable. Acepta voluntariamente entregarse, y nadie puede superar esta ofrenda de Amor. Por eso la Iglesia nos enseña que el Único mediador entre Dios y los hombres es Jesucristo. Nadie goza de esta plenitud. Ni siquiera María, ella “no es correndentora”, María es intercesora, veneramos de manera especialísima a nuestra Madre del Cielo, pero su Hijo es la mente y la obra maestra.

Quienes participamos del sacerdocio ministerial, nos sentimos privilegiados, pues, hay que tener claro que no es la persona del presbítero la que ofrece el sacrificio en la Eucaristía, el Ministro Ordenado actúa “in persona Christi” por eso nos revestimos con los ornamentos sagrados, para significar que no soy “yo”, sino que celebro el memorial en persona de Cristo, de hecho, las palabras de la Consagración están en primera persona: “Esto es mi cuerpo… Esta es mi sangre”. Es Jesús, quien en ese instante es Sacerdote, Víctima y Altar.

 ETERNO: Su Sacerdocio, su sacrificio se ha dado de una vez y para siempre, para darnos salvación y plenitud. Él se preocupa por nuestras fragilidades y clama al Dios del cielo para que obre en favor nuestro. Siempre, a cada instante. Por eso, en cada Eucaristía no se “repite”, se “hace actual-presente” el Sacrificio del Señor. Su Sacerdocio es Eterno, porque nadie vendrá después de Él. Su sacrificio no cesará jamás. La prueba máxima de su entrega es insustituible, pues “Jesucristo es el mismo, ayer, hoy y siempre”.

Dios bendiga a todos los que somos bautizados, participamos de este Único, Sumo y Eterno Sacerdocio. Elevemos una oración especialísima por los sacerdotes del mundo que a ejemplo de Jesucristo se entregan generosamente. Que el Señor nos conceda abundantes vocaciones sacerdotales, para que sean, el día de mañana, los que hagan presente el Sacrificio de Amor de nuestro Salvador Jesucristo.

Pbro. Yhoan Horacio Márquez Rosario – Sacerdote de la Diócesis de San Cristóbal – Venezuela.

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