"La puerta angosta"
Lecturas:
Isaías 66, 18-21; Salmo 116; Hebreos 12, 5-7.11-13
Santo
Evangelio según San Lucas 13,22-30

Todos
los seres humanos decimos que queremos ir al cielo, todos, por lo menos los que
somos creyentes, deseamos alcanzar la salvación, pero para lograrlo hay que
trabajar arduamente. A veces pensamos que para alcanzar la salvación basta con
rezar, decir que creemos en Dios, que lo amamos, que nos portamos bien, que “medio
vamos a Misa”… Nos hacemos una fe y un Dios a la medida, son los llamados “católicos light”. Tenemos que comprender
que ser creyente es mucho más que ir a Misa. Ojalá que por nuestra negligencia
y pereza, el Señor no tenga que decirnos: “No
sé quiénes son ustedes… Apártense de
mí, todos ustedes los que hacen el mal”.
La
tarea de alcanzar el cielo, suele ser fatigosa, a veces dolorosa. Aun así, no
podemos desanimarnos. Las dificultades y pruebas de la vida, no son para que
pensemos que Dios se ha alejado de nosotros, al contrario, todo ello contribuye
para nuestra salvación, por eso la Carta a los Hebreos, nos anima diciendo: “Hijo mío, no desprecies la corrección del
Señor, ni te desanimes cuando te reprenda. Porque el Señor corrige a los que
ama y da azotes a sus hijos predilectos”. La idea es “no tirar la toalla”, la prueba es difícil en el instante, pero poco
a poco empezamos a ver la luz al final del túnel.
Todos
estamos llamados a alcanzar la Vida Eterna. El Señor hizo un sacrificio enorme
por nosotros, de alguna manera debemos retribuir lo que por su infinita
gratuidad hemos recibido. O trabajamos por alcanzar el cielo, o nos condenamos
a la nada, está en nuestras manos la decisión. Tenemos un cupo en el cielo,
pero no podemos quedarnos de brazos cruzados, si tenemos los medios,
aprovechemos, y recordemos lo que Jesús nos dice: “Pues los que ahora son los últimos, serán los primeros; y los que ahora
son los primeros, serán los últimos”.
Ánimo,
no olvidemos que el Señor vendrá y que a todos nos ofrece su salvación, así lo
afirma el Profeta Isaías hoy: “Yo vendré
para reunir a las naciones de toda lengua. Vendrán y verán mi gloria”.
Pidamos al Señor la gracia de trabajar por nuestra salvación, que Él nos
ilumine y podamos comprender que “…
grande es su amor hacia nosotros y su fidelidad dura por siempre”. Que
nadie se sienta excluido del Plan de Dios.
Pbro.
Yhoan Horacio Márquez Rosario – Sacerdote de la Diócesis de San Cristóbal –
Venezuela
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