sábado, 18 de julio de 2015

Reflexión para el XVI Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo B.

Se compadeció de ellos porque andaban como ovejas sin pastor.
(Lecturas: Jer 23, 1-6; Salmo 22; Ef 2, 13-18; Mc 6, 30-34)


En la Sagrada Escritura Dios siempre es presentado como el Pastor y su Pueblo Israel es su rebaño, es más, a Jesús se le llama el Buen Pastor y él ha venido precisamente a buscar a sus ovejas. El Evangelio de hoy resalta plenamente esta misión de Jesús: “Se compadeció de ellos porque andaban como ovejas sin pastor”. Esta frase nos muestra el corazón amoroso de Cristo, que no se preocupa por él sino por los demás, que se coloca en el lugar del otro, que sabe que hay alguien que necesita ser atendido, enseñado, amado.

Hoy día el mundo necesita pastores buenos, al estilo de Cristo. Nuestra sociedad ha sido golpeada por tantos pastores malos. Tantos pastores que sólo se aprovechan de sus ovejas. Existen tantos hombres y mujeres que se les puede identificar con este tipo de pastores, son unos simples asalariados, unos aprovechados, que no buscan el bienestar de los demás sino el suyo propio.

El Libro de Jeremías nos exhorta hoy con toda claridad, retumba en labios del profeta una frase lapidaria: “¡Ay de los pastores que dispersan y dejan perecer a las ovejas de mi rebaño!”. No hay que pensar que estas palabras van referidas sólo a los Obispos y a los sacerdotes, no, todos somos pastores. Es cierto que los sacerdotes tienen una gran responsabilidad en esta misión de pastorear, pues para eso están llamados. Sin embargo, cada bautizado recibe de Cristo la misión de ser, a su ejemplo, un Buen Pastor, capaz de dar la vida por las ovejas.

Necesitamos pastores compasivos, es decir, que miren a los demás como hermanos, como suyos, como una heredad maravillosa. Muchos estamos cansados ya de pastores malos, que sólo maltratan y oprimen, que sólo tienen intereses personales. Dios nos hace hoy un reclamo. Muchas personas se alejan de Dios por el mal testimonio que a veces damos. No estamos para apacentarnos a nosotros mismos, el pastor, el hombre y la mujer de este tiempo, tiene que velar también por los intereses de los demás.

Lamentablemente actuamos así porque nos hace falta algo importantísimo, es lo que nos propone el Evangelio de hoy, es aquella invitación que nos hace el Maestro: “Vengan conmigo a un lugar solitario, para que descansen conmigo”. Si deseamos ser auténticos pastores necesitamos de la compañía de Jesús, estar con Jesús, descansar y tener tiempo para Jesús. Si no damos espacio para que el Señor more en nuestras vidas estaremos vacíos, pues “nadie da de lo que no tiene”. ¿Por qué hay tantos pastores que maltratan a sus ovejas? Es claro, han dejado de lado a Cristo, sólo proponen sus proyectos personales de vida y están vacíos. Hemos olvidado que no nos podemos apartar del Señor, un pastor sin la presencia de Cristo en su corazón se vuelve obstinado, no escucha, es pérfida su actitud, el orgullo y la soberbia no dan cabida a la compasión que nos propone la Palabra de Dios.

Hermanos, abramos el corazón a Cristo, necesitamos tiempo para estar con Él, de otro modo seremos pastores malos, vacíos, superficiales y materialistas. El Señor siempre caminará junto a nosotros y nos invitará a estar con él, porque sin duda alguna “El Señor es nuestro pastor, nada nos faltará”. Que Jesús Buen Pastor nos ayude a ser como Él y aprendamos a comprender a nuestras ovejas, a las personas que nos frecuentan, de modo que podamos experimentar lo que el Papa Francisco nos ha señalado una y otra vez: “ser pastores con olor a oveja”.

Pbro. Yhoan Horacio Márquez Rosario. Vicario Parroquial de Nuestra Señora de los Ángeles. La Grita.

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