jueves, 15 de octubre de 2015

Reflexión para el XXIX Domingo del Tiempo Ordinario - Ciclo B

Yo no he venido a ser servido sino a servir


Lecturas: Isaías (53,10-11);  Sal 32,4-5.18-19.20 y 22; Hebreos (4,14-16); Evangelio según san Marcos (10,35-45)

Siempre ha llamado la atención este pasaje del Evangelio. Allí contemplamos que los discípulos de Jesús eran personas como nosotros, con virtudes y con defectos. Santiago y Juan son prueba de ello. Jesús no escoge personas perfectas, sin defectos, superhumanos… Él llama a personas tan iguales como nosotros. Dios aún confía en nosotros para acompañarle en la misión de llevar su mensaje de amor y misericordia. El Evangelio de hoy nos sitúa en el plano del servicio, de la humildad, de la sencillez.

Santiago y Juan se acercan a Jesús para hacerle una petición no muy humilde que digamos: “Concédenos que nos sentemos en tu gloria, uno a tu derecha y otro a tu izquierda”. A veces nosotros somos así, queremos sentirnos más que los demás, nos abruma un complejo de superioridad y no tenemos ni la menor idea de que así, andamos mal. Un cristiano sin humildad, sin sencillez, no puede sentarse al lado de Jesús. El verdadero cristiano camina con Jesús y hace lo que él hizo: “servir y dar su vida para la salvación de todos”.

Para seguir a Jesús hay que pasar por momentos difíciles, duros. Eso comporta que debemos llevar la cruz o como nos dice el mismo Maestro hoy: “ser bautizados con el bautismo que él recibirá y beber el cáliz que él había de beber”. El Libro de Isaías nos deja claro cómo el siervo sufriente vino a ser triturado, a entregar enteramente su vida para justificar a muchos. El servicio es garantía de esta entrega, y Jesús lo resume en esta frase: “El hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir y a dar la vida por el rescate de todos”.

Pidamos a Jesús que pongamos todo nuestro empeño en dar lo mejor de nosotros por los demás. La prepotencia y la arrogancia nos hacen pensar en nosotros mismos y nos olvidamos de nuestros hermanos, por eso en el Evangelio de hoy los otros diez discípulos se indignaron. Cuando nos aprovechamos de nuestros puestos o de nuestra condición, los demás estarán atentos. De allí que el Maestro Bueno hoy nos diga: “Saben que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. Ustedes, nada de eso: el que quiera ser grande, sea servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos”.

Recordemos hoy a la Beata Teresa de Calcuta, quien con su ejemplo de vida sirvió a Dios en los más pobres y necesitados y nos dejó como legado esta hermosa frase: “El que no vive para servir, no sirve para vivir”. Hoy celebramos el DOMUND, no olvidemos orar por los Misioneros y Misioneras en todo el mundo, para que todos estos hombres y mujeres de buena voluntad sigan propagando el Evangelio sirviendo generosamente.

Dios les bendiga siempre.

Pbro. Yhoan Horacio Márquez Rosario – Sacerdote Diocesano.

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