sábado, 3 de octubre de 2015

Reflexión para el XXVII Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo B

Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre



Lecturas: Génesis (2,18-24); Salmo 127,1-2.3.4-5.6; Hebreos (2,9-11); Evangelio según san Marcos (10,2-16)

La familia es uno de los temas fundamentales de la Iglesia en estos tiempos. Así lo ha dejado ver en muchas ocasiones el Papa Francisco, de manera especial cuando se inicia el Sínodo de la Familia. La familia sigue siendo y será la célula fundamental de la sociedad. Las lecturas de la liturgia de hoy nos dejan claro que la familia, desde el principio, es una realidad querida por Dios: “Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne”. Podríamos decir, sin lugar a dudas, que sería la primera institución creada por Dios pensando en el bien de todo el género humano.

Hoy en día, en muchas naciones y culturas se habla del tema del divorcio como vía de escape a la realidad indisoluble del matrimonio cristiano. Pareciera que el matrimonio es más cuestión de moda que cuestión de vida. La Iglesia siempre se ha fundado en la palabra de Jesús y mantiene la indisolubilidad del matrimonio, no como mera cuestión humana, sino como una cuestión divina, es un mandato de Dios, pues Dios después de haber creado al hombre, hizo a la mujer para que le acompañara.

El Maestro bueno en el Evangelio de hoy nos ilustra categóricamente. Sus contemporáneos abogan por el divorcio, aquí Jesús deja claro que eso es sólo cuestión “humana”. Por encima de la ley humana prevalece lo querido por Dios. Esto es importante comprenderlo, ninguna ley humana está por encima de la sacralidad del matrimonio. Por eso, los cristianos de este tiempo debemos defender la familia, si defendemos la familia también defenderemos la vida y ayudaremos a la humanidad a situarse en el plano de Dios: “Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre”.

Hoy el Evangelio nos muestra lo importante y significativo que es el matrimonio: el hombre, la mujer, los niños… Hebreos nos dice: “Todos, el Santificador y los santificados proceden del mismo”. Hoy en día nos quieren “vender” otros modelos de “familia”, atreviéndose inclusive a llamarle “matrimonio”. No dejemos que esos esquemas humanos denigren el verdadero sentido del hogar, de la unión del hombre y la mujer, de la procreación, de los hijos que nacen y vienen para dar más vida.

Que el Señor bendiga hoy a todos los matrimonios cristianos y bendiga a todos los hombres y mujeres que han fundado una familia. Que la Sagrada Familia de Nazareth: Jesús, San José y la Santísima Virgen María intercedan por nosotros y nos ayuden a defender siempre el verdadero sentido de la familia en todo el mundo.

Pbro. Yhoan Horacio Márquez Rosario – Sacerdote Diocesano. 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario