“El Espíritu Santo y nosotros”
Lecturas: Hechos de los Apóstoles
15,1-2.22-29; Salmo 66; Apocalipsis 21,10-14.21-23; Evangelio según San Juan
14,23-29
El Cardenal Yves Congar en una obra
teológica sobre el Espíritu Santo empleó la siguiente expresión: “El divino desconocido”, pues, bajo su
percepción parecía que en algún momento existió una especie de “olvido” acerca
de quien llevaba al frente “la Barca de Pedro”. Poco a poco, la Iglesia ha ido
tomando conciencia y ha despertado, o mejor, ha refrescado la memoria. Muestra de ello es el acontecimiento vivido hace 50 años "El Concilio Vaticano II". Las primeras
comunidades cristianas tenían claro que quien dirige y guía a la Iglesia es el
Espíritu Santo, por ello en el libro de los Hechos de los apóstoles, queda
clarísima la expresión: “…el Espíritu
Santo y nosotros hemos decidido…”.
En la Iglesia, a lo largo de los siglos,
se han presentado diversas situaciones, discusiones acaloradas, como las que
nos presenta los Hechos de los Apóstoles en este domingo. Pero todo ha sido
resuelto gracias a la acción del Espíritu Santo. Es él, el motor de la Iglesia,
el de la iniciativa, quien abre los corazones y muestra soluciones fraternas,
comprensibles, acogedoras, entrañables. En resumen, es el Espíritu Santo el
protagonista y el garante de la promesa que el Maestro Bueno nos hace en el
Evangelio de hoy: “… el Espíritu Santo,
que enviará el Padre en mi nombre, será quien les enseñe todo y les recuerde
todo lo que les he dicho”.
Un cristiano que abre su corazón al
Espíritu Santo será capaz de guardar la Palabra de Dios, así lo atestigua
Jesús: “El que me ama guardará mi
palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él”. Los
discípulos de Jesús que hacemos vida en este siglo no podemos olvidar esta
realidad. La Iglesia del siglo XXI debe tener plena conciencia de que el
Espíritu Santo no está al margen, al contrario, vive dentro de la comunidad, de
cada corazón que escucha, vive y ama.
Ojalá que a diario, ante tantas
situaciones de indiferencia, de injusticia, de opresión, de corrupción…
surgiera la frase “…el Espíritu Santo y
nosotros hemos decidido…”, sólo ésta es la única forma de resolver estos
problemas que nos ahogan. Hay que hacer caso al Espíritu Santo para que nuestra
vida quede totalmente iluminada, como reza el salmista hoy: “El Señor tenga piedad y nos bendiga, ilumine
su rostro sobre nosotros, conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu
salvación”.
Pidamos al Espíritu Santo que seamos
portadores de la Buena Nueva, necesitamos ser guiados por él; con la confianza
puesta en este Defensor, en el Paráclito, podremos albergar paz en nuestras
vidas y llevar paz a tantos que carecen de ella: “…la paz les dejo, mi paz les doy…”. Vayamos preparando nuestro
corazón para celebrar Pentecostés, este VI domingo de Pascua va señalando el
camino y nos deja una clave: “Escuchar y
dejarnos guiar por el Espíritu Santo”.
Seguimos unidos en la oración, que el
Espíritu Santo nos ayude a amar y ser testigos fieles del Evangelio para que
demos frutos abundantes.
Pbro. Yhoan Horacio Márquez Rosario –
Sacerdote de la Diócesis de San Cristóbal – Venezuela.
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